La historia de tres mujeres de La Trinitat Nova (Nou Barris, Barcelona): “Una experiencia inolvidable: El estado de Excepción de 1969” de Victoria Escrich Vidal

Roberto Lahuerta Melero escribió el libro La Transición en Nou Barris y me puso sobre la pista de la existencia de Una experiencia inolvidable: El estado de Excepción de 1969 de Victoria Escrich Vidal, pero no citaba donde podía leerse y he tenido que buscar mucho hasta averiguar que era una ponencia en un congreso publicada en Los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la Guerra Civil y el franquismo. Las personas de los barrios de clase trabajadora han dejado pocos testimonios y aún son más escasos los de las mujeres que desafiaron a la dictadura franquista, por lo que el texto de Victoria era un pequeño tesoro para Nou Barris.

Y, en algunos aspectos, superó mis expectativas porque también contiene las vivencias de Encarna Martínez García y Roser Escrich Vidal, vecinas de La Trinitat Nova, María Olivella García de Ciutat Vella, María Antonia Boter de Palau Rafols, “Tonia”, de Mataró e, indirectamente, de Encarna García Martínez. Victoria decidió escribir el texto después de indignarse al ver un “debate” televisivo sobre la represión franquista en el que los “expertos” abordaron el tema desde el punto de vista de sus prejuicios y lo convirtieron en un acto desmemoria histórica.

Empieza con unas pinceladas sobre la vida cotidiana en La Trinitat Nova y unos apuntes sobre sus familias: Pedro Antonio Martínez Sánchez, un albañil militante del PSUC clandestino juzgado en el Consejo de Guerra sumarísimo 000107/IV/61, Encarna García Martínez del PSUC, que sacó adelante la casa trabajando de limpiadora y fue detenida en 1968, y Andrés Escrich Huguet, un ebanista militante del PSUC que se exilió en la URSS, combatió al nazismo con el Ejército Rojo y regresó con Tomasa Vidal Ramos a Barcelona para vivir en un piso rodeados de militares y policías que vigilaban sus actividades.

Las protagonistas de esta historia explican sus inquietudes y motivos para asumir un compromiso personal, pese a los grandes riesgos que implicaba, con lo que creían justo, desde la militancia convencida o porque “no se podía hacer en solitario sino colaborando con todos los que querían terminar con la dictadura” (Tonia).

Sus palabras también reflejan la influencia del incipiente feminismo entre esas mujeres y algunos velados apuntes sobre la liberación sexual y los recursos para afrontar los embarazos no deseados: “no soñaba con tener una vida estable, un futuro prefabricado, no… quería vivir al día, no me preocupaba tener una casa hijos, tampoco en realizarme laboralmente. En cambio sí quería la libertad, luchar por echar al dictador” (Encarna), “en cuanto al futuro… sabía que tendría que trabajar mucho, no le gustaba la visión que había de la mujer ni le gustaba el rol que tenía que desempeñar. Sabía que tendría que combatir y rebelarse, no era una mujer clásica y eso rompía muchas relaciones, se sentía diferente” (María) o “a primeros de enero de 1969 comprueba con estupor que está embarazada. Lo comparte sólo con su hermana e intenta buscar una solución a un fallo tan imprevisible. La preocupación la atenaza y le es difícil con tanta presión seguir adelante. Le comunican a través de un amigo que ya tiene hora para «arreglar su problema»” (Roser).

El dirigente comunista Miguel Núñez González salió de la cárcel y, aprovechando la cobertura de su trabajo como vendedor de libros a domicilio, puso en contacto a Roser y Victoria con Lola Hurtado Prat, que las incorporó a la Juventud Comunista del PSUC y las Comisiones Obreras Juveniles (COJ), pero Encarna tuvo más dificultades para hacerlo porque su familia participaba activamente en el PSUC y los grupos clandestinos se compartimentaban con estrictas medidas de seguridad para limitar las consecuencias de las operaciones policiales.

Las COJ aparecieron en 1967 y en Catalunya, a diferencia de otros lugares, fue una organización autónoma de CCOO formada por la militancia juvenil del sindicato y los partidos de izquierdas (FOC, Juventud Comunista del PSUC y PCE(i)-PTE). La COJ de Nou Barris fue muy activa, eran treinta o cuarenta personas que se reunían en el Centro de Vida Comunitaria para Todos, la montaña de Torre Baró, los locales de las parroquias de santa Engràcia, sant Josep, sant Sebastià, la Santíssima Trinitat… y sus actividades más visibles consistían en hacer pintadas y distribuir octavillas de apoyo a los conflictos laborales o contra la dictadura franquista.

La COJ y la Juventud Comunista de Nou Barris asistieron a las pequeñas concentraciones en la plaça d’Urquinaona/ronda de sant Pere para conmemorar la Diada Nacional del Onze de Setembre en 1967 y 1968, convirtiéndose en un temprano ejemplo de la incorporación de personas inmigrantes de izquierdas en las reivindicaciones para recuperar las instituciones de autogobierno y la lengua catalana. La Asamblea Nacional de las COJ de Catalunya reunió el 15 de abril de 1968 a doscientos cincuenta activistas en Manresa, acordaron una plataforma reivindicativa de la juventud de la clase trabajadora y movilizarse durante las jornadas previas al 1 de Mayo, que se celebraría en el parc del Turó de la Peira. No me extiendo en el tema de la COJ y la Juventud Comunista de Nou Barris porque estoy preparando otro artículo en el que lo abordaré con más detalle.

El 20 de enero de 1969 la Brigada Político Social de Madrid asesinó a Enrique Ruano Casanova, estudiante y militante del Frente de Liberación Popular, y la dictadura franquista declaró el Estado de Excepción el 24 de enero de 1969 para poner fin a las protestas. La Jefatura Superior de via Laietana se llenó de presos políticos y, durante los primeros días, pasaron por allí grupos de cristianos progresistas, parte de la plantilla de la editorial católica Nova Terra y cientos de personas detenidas por pertenecer a organizaciones clandestinas (CCOO, COJ, FOC, Juventud Comunista, PCE(i)-PTE, PSUC, Sindicat Democràtic d’Estudiants…).

Encarna y Roser anticipaban lo que iba a ocurrir “me mantenía en un «duermevela», ya que presentía lo que podía ocurrir”, “tenían el presentimiento que algo desagradable iba a suceder” y, efectivamente, la policía fue una noche a las casas de Encarna, Roser y Victoria para llevárselas detenidas y la madre de Encarna, que sabía lo que la esperaba, le dio una manta. “En los sótanos de la tristemente conocida Jefatura Superior de Policía, en la Vía Layetana, se encontraron. Encarna en una celda con prostitutas y, en otra contigua, Roser y su hermana. Es un espacio lúgubre, digno de una película de terror, todo era siniestro, oscuro y sucio y el olor a zotal no desaparecía. El váter un inmundo agujero en el suelo, no conocía la higiene. Un pasillo largo en forma de ele albergaba a un solo lado, el izquierdo, las celdas que se podían comparar con las mazmorras de los castillos. El silencio de la noche sólo era interrumpido por la voz del guardia cuando alguien era llamado a diligencias, seguido por el ruido de las llaves y el chirrido de las rejas al cerrarse” (Victoria).

Los agentes de la Brigada Político Social se encargaban de las “diligencias”, interrogando y torturando a los detenidos para que confesasen y delatasen a otras personas. “A algunos les dieron muy fuerte, por todo el cuerpo y en los sitios donde más dolía” (María), “otros compañeros corrieron peor suerte, bajaban del interrogatorio irreconocibles” (Tonia) y “Antonio, un compañero al que habían baldado a palos. A Paco le habían operado hacía poco de apendicitis y, al saberlo los policías, fue donde más golpes le dieron. Otros bajaban encorvados, sujetándose con las manos el estómago o apoyándose en la pared para no perder el equilibrio y caer” (Victoria).

También las mujeres pasaron por las dependencias de la Brigada Político Social, “en los interrogatorios las llevaron por separado. La mayoría de las veces las llamaban de noche y no volvían a la celda hasta la mañana, cansadas de estar toda la noche de pie sin moverse” (Victoria), aunque los métodos que empleaban con ellas eran algo diferentes, no utilizaban la violencia física, pero sí las intimidaron con agresiones sexuales: “te vamos a echar en la mesa y te vamos a follar” (Tonia), “no les pegaron, sólo amenazas de corte de pelo, «que si te iban a meter una porra por quién sabe dónde…»” (Victoria), “no le pegaron, amenazas sí, pero lo normal, que si te haremos esto, que si te haremos aquello, pero no pasó de ahí” (María).

La Brigada Político Social disfrutaba de absoluta impunidad y parecen orgullosos de la “hazaña” de sus compañeros de Madrid amenazándolas con que “te podían tirar por la ventana, lo que era muy creíble, pocos días antes lo habían practicado con un estudiante de Madrid, Francisco Ruano” (Victoria) e, incluso, cumplen su amenaza: “a una política con la que compartía su celda la colgaron por los pies por fuera de la ventana, venía blanca la pobre, hubo que ayudarla a reaccionar” (María).

La mentalidad machista de esos policías no asimilaba que una mujer pudiera ser un sujeto activo y llevar a cabo las mismas acciones clandestinas que un hombre. María afirma que “participaba en todas las cosas de acción, pintadas, tirada de octavillas, manifestaciones relámpago”, pero la Brigada Político Social solo ve que era la pareja de otro de los detenidos y “no estaba muy preocupada porque tenía una buena coartada que ellos mismos se la buscaron, ser la novia de… y lo utilizó como parapeto y no se salió una línea del guión. Eso le daba tranquilidad lo que no quitaba un cierto nerviosismo cuando llamaban a diligencias”.

La población reclusa compartía celdas, con independencia de que fuesen comunes o políticos, y haré una mención a las otras mujeres y los homosexuales que estaban en via Laietana. Victoria dice sobre las que se dedicaban a la prostitución callejera que “algunas eran muy legales, lo exterior era pura fachada. Notaban que no eran como ellas, en general a las políticas las respetaban, y si se conversaba al poco se les derretía la coraza quedando al descubierto sufrimientos, frustraciones y sentimientos maternales” y María “tuvo buena relación con las prostitutas que le ofrecieron quinientas pesetas pensando que las políticas pagaban la multa y salían”, pero “con las masajistas el trato no fue igual. Las que estuvieron detenidas ejercía la prostitución de manera encubierta, no se identificaban con nadie, eran más individualistas”. A los homosexuales, según otros testimonios que he leído, les obligaban limpiar los calabozos, barrer los pasillos y “servían lo que llamaban comida, bazofia inmunda para animales servida en cuencos abollados de aluminio grasiento” antes de ingresar en la cárcel, pero parecen gozar de cierta libertad de movimientos en comisaría y “si se les daba una propina llevaban recados de una celda a otra” (Victoria).

Salir de la Jefatura Provincial era un alivio, aunque el destino fuese la prisión de mujeres de La Trinitat Vella: “cuando les avisaron que las trasladaban a la cárcel vieron el cielo abierto, lo peor ya había pasado” (Victoria). El documento explica la historia del centro penitenciario y el régimen que imponía la congregación de las Cruzadas Evangélicas de Cristo Rey: “utilizaban todos los medios a su alcance para someter a las presas. Consideraban peores a las políticas porque pensaban por sí solas y en cambio las comunes eran más dóciles, podían someterlas con más facilidad. Intentaban que perdieran la identidad para aislarlas del mundo. Se complacían y eran especialistas en hacer sufrir, para ello, la directora utilizaba sus estudios de psicología” (Victoria).

Ver la decepción, el desaliento o la desesperación lo consideraban un triunfo y así lo manifestaban. Cuando no podían doblegar la moral de las presas, se inventaban un motivo cuanto más infame mejor. No dejaban ningún cabo suelto, acorralaban a la persona para destruirla, por eso intentaban minar con mentiras también a las familias para que se rompiera uno de los vínculos más importantes que tiene el preso”. /…/ “Actuaban y actúan en el presente como una secta, porque continúan regentando y dirigiendo casas de acogida para madres solteras, colegios de niños huérfanos y en protección de menores. Continúan intimidando y abusando de los más desprotegidos, con el beneplácito de las más altas instancias de la Iglesia” (Victoria).

Victoria pone un ejemplo de esa crueldad: “la madre de Encarna, que también se llama así, fue detenida en una manifestación y estuvo un mes en la cárcel en el año 1968”. Era Encarna García Martínez, a quien habían arrestado durante las movilizaciones del 30 de abril o el 1 de Mayo de 1968, junto a su hija Encarna Martínez García y su hermano Rafael García Martínez. Encarna y Ramón García ingresaron, respectivamente, en las prisiones de La Trinitat Vella y La Modelo, y el Tribunal de Orden Público les juzgó (Sumario TOP 327/1968). Encarna García “durante una visita le contó a Antonio, su marido, lo que veía desde su celda. El hombre tuvo la idea de subir con sus hijos al castillo de Torre Baró a una hora que acordaron, para que les viera, lo que era difícil debido a la distancia, pero era un acto simbólico de amor paternal. La comunicación tuvo lugar como siempre, con la presencia permanente de una cruzada. Cuando Encarna, muy contenta, preparaba encaramarse a la cama para asomarse a la ventana y ver las figuras de sus hijos, la cambiaron a una celda de castigo desde la que sólo veía cemento. Le comunicaron el cambio mientras la trasladaban, con una sonrisa sarcástica para que comprendiera que lo hacían expresamente”.

Y no podemos olvidarnos del médico de la cárcel “un verdadero delincuente que se aprovechaba de su posición para manosear a las detenidas que caían en sus garras”, que no atendía a las pacientes “ya que recetaba únicamente aspirinas” y “si había que obligar a comer estaba dispuesto a meter gomas en el estómago” (Victoria).

Tonia habla de su encuentro con Encarna, María, Roser y Victoria, a las que no conocía de nada, pero con las que, muy pronto, estableció una relación de camaradería y solidaridad: “las subieron por unas escaleras hasta la planta superior, y después de cruzar varias puertas enrejadas pasaron a una gran nave con grandes ventanas y muchas camas en los laterales. Del fondo de la estancia vinieron corriendo cuatro chicas que las ayudaron a distribuirse mostrándoles el fondo común de la comida. Querían saberlo todo, preguntaban y preguntaban, y contaban sus experiencias de aquellos días. La veteranía en una vida monótona se adquiere con rapidez así que las pusieron al día de las normas a seguir entre risas, contagiándose la alegría de las recién llegadas. Tonia sintió vibraciones y sin apenas conocerlas supo que estaba en buena compañía, entre amigas”.

Para profundizar en otras experiencias y la realidad de la cárcel de mujeres de La Trinitat, podéis recurrir a las entrevistas, textos y vídeos citadas en el apartado de Referencias: Presó i discriminació, La presó de dones de la Trinitat (1963-1983), Trinitat: una de cal y otra de reja, Veïnatges forçats

La fiscalía pidió condenas de entre tres meses de arresto y diecisiete años de prisión para las personas detenidas de la COJ y la Juventud Comunista de Barcelona y Nou Barris, y fueron juzgadas por el Tribunal de Orden Público (Sumario TOP 427/69), pero quiero terminar esta reseña con unas frases de Victoria: “salimos fortalecidas ya que ni con castigo consiguieron su propósito, gracias a varios factores sin que tengan orden de preferencia: Coincidíamos a la hora de tener una buena base afectiva familiar, lo que ayuda a enfrentar situaciones difíciles. Sabíamos todas porqué estábamos y conocíamos de antemano las consecuencias de nuestra decisión. La fuerza que daba compartir una ilusión y el orgullo que sentíamos por participar en la construcción de un nuevo mundo nos crecía ante la adversidad. La solidaridad, comprensión a la diferencia y buena disposición para con nosotras mismas ayudó a superar posibles baches que supimos solucionar a tiempo”.

Ignacio José Castaño Pacho

Octubre 2022

doi: 10.13140/RG.2.2.14227.35363

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Tabla de siglas

CCOO: Comissions Obreres

COJ: Comisiones Obreras Juveniles

FOC: Front Obrer de Catalunya

PCE(i): Partido Comunista de España (internacional)

PSUC: Partit Socialista Unificat de Catalunya

PTE: Partido del Trabajo de España

Referències

Crónica de la represión franquista 50 años después: el caso de los 13 de Mataró. 2019. Ramon Morales. El diari del treball

https://diaritreball.cat/cronica-de-la-represion-franquista-50-anos-despues-el-caso-de-los-13-de-mataro/

Llista de procediments judicials militars. Llei 11/2017, del 4 de juliol, de reparació jurídica de les víctimes del franquisme

https://anc.gencat.cat/web/.content/anc/noticies/Documents/20171101_actualitzacio_PC_llei_victimes.pdf

Presó i discriminació. Jornades Catalanes de la Dona : Barcelona, maig 1976: 292-297 (1977). ISBN: 844002164X

La presó de dones de la Trinitat (1963-1983). 2012. César Lorenzo Rubio

https://presodelescorts.org/sites/default/files/LA%20PRES%c3%93%20DE%20DONES%20DE%20LA%20TRINITAT.pdf

Procedimiento Judicial del Tribunal Militar Territorial 3º. Consejo de Guerra sumarísimo 000107/IV/61

La Transición en Nou Barris. 2016. Roberto Lahuerta Melero. ISBN: 978-84-568-5684-6

Trinitat: una de cal y otra de reja. Maite Goicoechea. Vindicación feminista 25: 33-37 (1978)

Veïnatges forçats. La presó de dones de Trinitat Vella. 2021. Julia Montilla

https://vimeo.com/546513847

Veïnatges forçats: Memòria de la presó de les dones de la Trinitat. 2021. Grup de Memòria Històrica del barri de Sant Antoni

https://youtu.be/Z8cD3Xa0Ixw

Una experiencia inolvidable: El estado de Excepción de 1969. Victoria Escrich Vidal. Congreso: Los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la Guerra Civil y el franquismo – Congrés: Els camps de concentració i el món penitenciari a Espanya durant la Guerra Civil i el franquisme: 595-605 (2003). ISBN: 84-8432-440-0

https://noubarrisperlarepublica.org/una_experiencia_inolvidable_estado_excepcion_1969_victoria_escrich_2002/

Unitat documental composta 01.01.23. – José María López Raluy. Barcelona. Sumario del Tribunal de Orden Público 327/1968

https://ccoo.cat.accesstomemory.net/jose-maria-lopez-raluy-barcelona-sumari-top-327-1968

Unitat documental composta 01.171 – Penales Febrero-Marzo 1969. Antonio Pérez de la Rica. José Maria Milia Corominas. Ángel Capilla González. Francisco Rueda Medina. Juan Rueda Medina. José Ros Ponce. Francisco Santos Sanzo. Encarnación Martínez García. Victoria Escrich Vidal. Rosario Escrich Vidal. Luís María Perdiguero Alonso. Jorge Mercader Terrats. José Luís Tinoco Alonso. Eduardo Martín Correa. Francisco Santos Sánchez. José Quesada García. Ramón Jaime Villanueva. José Palma López. María Olivella García. Marcelo Duch Saucedo. Rafael Tejero Llamuza. Francisco de Asís Mercader Terrats. Sumario del Tribunal de Orden Público 427/69

https://ccoo.cat.accesstomemory.net/antonio-perez-de-la-rica-jose-maria-milia-corominas-angel-capilla-gonzalez-francisco-rueda-medina-juan-rueda-medina-jose-ros-ponce-francisco-santos-sanzo-encarnacion-martinez-garcia-victoria-escrich-vidal-rosario-escrich-vidal-luis-mar